Siéntanse libres de comentar, especular o teorizar acerca de la resolución del caso o de la belleza y/o pericia de sus autores intelectuales.

lunes, 20 de agosto de 2012

Pescao Frito un Crimen - Capítulo 12 - En el Chiringuito con Luiti el comparsista



Cuando por fin salimos del sofocante local de ensayo del Tripi, Antoñete me dijo que no habíamos sacado casi nada en claro de él. No podía estar menos de acuerdo.
            -Antoñete, hombre, todos los testimonios tienen mucho migajón. Tripi nos ha dado claves muy importantes- le expliqué, pero en el fondo yo también andaba algo descorazonado. La investigación estaba aportando muchas pruebas pero seguíamos sin tener claro casi nada. Al muerto lo odiaba mucha gente por h o por b y las pruebas de la escena del crimen no parecían arrojar luz. El pescado y el gazpacho, mis primeras conjeturas, no tenían nada anormal, a la espera del  examen toxicológico completo de mi fiel ayudante. Algo se me escapaba, pero ¿qué era?- Aquí es.
            Habíamos descartado ir al local de ensayo de la comparsa porque a ver quién era el pejiguera que empezaba los ensayos en verano. En su lugar optamos por desplazarnos, en plena noche, al chiringuito Mandanga, en la playa Victoria. Allí encontramos a Luiti, luciendo el palmito mojito en mano con los integrantes de su comparsa y un nutrido grupo de admiradoras alrededor. Nos acercamos a la zona de la barra en la que estaba. De fondo sonaba una espantosa canción supuestamente veraniega que me hizo echar de menos las gloriosas composiciones de Georgie Dann. El verano ya no es verano desde que en la radio no suenan nuevos éxitos suyos.



            -Chano, detective gaditano- entoné enseñando fugazmente el DNI con la plaquita de los Fosquitos-. Investigamos la muerte de Catalino Andrade, alias el Catavino. El señor Luiti, supongo.
            -¡Pff! Lo de mi suegro… bueno, mi suegro no era, porque el pobre no nos quería juntos.
            -¿Pobre? Tenía entendido que se procesaban mutua animalversión.
            -Eh…-pareció sopesar mis palabras-. A vé, es verdá que nos llevábamo malamente, pero, hombre… se ha muerto- tocó madera-, y eso es un palo mu gordo. Era mu sieso, pero tampoco como pa alegrarse de que se haya ido. Ademá, figúrese su familia. Y yo a la Jessy la quiero con locura, lo que le haga daño a ella me lo hace a mí. Joé, la noche antes habíamo hecho las paces y to.
            -¿En la playa, durante la noche?- probé, ocultando mi sorpresa e intentando no distraerme con el sensual bailoteo de dos muchachas que había a nuestro lado.
            -Aro. Lo vi durante las barbacoas y me aserqué. Él estaba por allí, como to los año. Su mujé lo sabía, ¿sabe usté? Y se iba a casa la hermana a Chiclana para dejarlo tranquilo, porque ojos que no ven, corasón que no siente. Las vesina los criticaban mucho por ello, desían que le daba mala vida a su mujé, pero na, tonterías. La quería mucho. Pero las marías ya sabe como son. La Loca, la Sorda, la China, la Moderna, la Monja, la Modelo… ya sabe, las vesina, las de la asosiasión… no paraban de comerle la oreja a tor mundo.
            -¿Y no nos vamos a tomar una copita?
            -Calle, Antoñete, que estamos interrogando, no se deje llevar por el ambiente y tome nota, que aquí el Luiti nos está dando datos importantes. Perdone a mi compañero, que hace tiempo que no salimos por la noche. ¿Qué quiere decir con eso de que las marías le comían la oreja a la gente?
           -Po ira, en verdad algo de razón tienen, lo que van diciendo es eso, que el tío es un sieso y que todo le parece mal y que trata fatal a la peña. Y sobre tó dicen que qué vergüenza la manera que tiene de tratá a su mujé, que la tiene ninguneá y abochorná con sus meteduras de pata. Y ya le digo, que en el fondo es asín, pero a mí no deja de darme pena, joé.
           -Ya, entiendo, le veo a usté muy comprensivo, pero se de buena tinta que iba por ahí diciendo cosas poco agradables sobre usted.
           -Sí, bueno, es que Catalino se creía que soy un vivalavirgen por ser comparsista. Pero amos, que hay de tó, y yo de verdá quiero a la Jessy por mucho que él fuese diciendo cosas por ahí. Y que es verdá que nos prohibía salir juntos, pero nosotros nos buscábamos las mañas pa seguí viéndono.
          -Ha quedado claro, tomamos nota- dije con cierto escepticismo mientras unos metros más allá un tipo maduro y borracho parecía aleccionar a unos chavales con un discurso-. Pero volvamos a la noche de autos y a la conversación que dice usted que tuvo con la víctima en la playa.
          -Básicamente le invité a un cubata y le conté lo que le acabo de decí, to lo que quiero a la Jessy y mi intensión de hacer las cosas por derecho y sin movidas raras. Se ve que con eso del ambientito y las copitas estaba contento, y terminamos abrazaos cantando juntos el Vaporcito del Puerto a dos voces.
            -Interesante- dije. Y mentalmente añadí: y muy esclarecedor-. Gracias, señor Luiti. Antoñete, nos vamos. ¡Antoñete! ¿Quiere dejar de intentar bailar con esas chavalitas?

2 comentarios:

  1. ¿Esta semana sólo hay un capítulo?

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    1. Hubo un error en el Diario de Cádiz y publicaron dos veces el mismo capítulo. Así que esta semana se han publicado tres. Hoy colgaremos el 13 y el 14, mañana el 15

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